A pesar de su origen, se le llama también mosca mediterránea de la fruta, ya que en los países mediterráneos es donde su incidencia económica se ha hecho más patente, afectando a numerosos cultivos, sobre todo cítricos y frutales
de hueso y de pepita.
En España se distribuye por toda la zona sur y regiones mediterráneas, alcanzando condiciones óptimas en las regiones situadas más hacia el interior.
Es un insecto muy polífago que ataca a todo tipo de frutas. Las larvas viven en el interior de los frutos y prefieren los de pulpa dulce y carnosa como el melocotón, pero también causa daños a higos, albaricoques, naranjas, mandarinas, caquis, uvas, peras, granadas, mangos, chirimoyas, papayas, nísperos, ciruelas, membrillos, etc.
Puede tener varias generaciones anuales, dependiendo de la climatología de la zona. La época fría la suelen pasar en el suelo en forma de pupa y en las zonas de clima suave puede tener hasta 7-8 generaciones.
Morfología y biología
Adulto: De colores vivos: amarillo, blanco y negro, su tamaño es algo menor que el de la mosca doméstica (4-5 mm de longitud). La cabeza presenta grandes ojos verdes, iridiscentes. El tórax es gris con manchas
negras y largos pelos. El abdomen es leonado con franjas dorsales amarillas y grises. Las patas son amarillentas. Las alas son irisadas, con varias manchas grisáceas, amarillas y negras.
La hembra posee un abdomen en forma cónica terminando en un fuerte oviscapto, en el que se insertan abundantes sedas sensoriales amarillas y negras. El macho, algo más pequeño, se caracteriza por poseer sobre la frente dos
largas sedas que culminan en una paleta romboidal de color negro.
Huevo: De forma ovoide, recién puesto es blanco, alargado y ligeramente curvado, para amarillear poco después. Su tamaño medio es de 1 x 0,2 mm. La superficie, lisa a simple vista, presenta una micro-retícula
de malla hexagonal.
Larva: Es pequeña, blanquecina, ápoda y con la parte anterior situada en el extremo agudo del cuerpo, mientras la parte posterior es más ancha y más truncada. Después de efectuar dos mudas, alcanza su completo
desarrollo presentando un color blanco o amarillo con manchas crema, anaranjadas o rojizas, debidas a la presencia de alimentos en su interior. Su tamaño es de 9 x 2 mm.
Pupa: Concluida la última muda, la exuvia se convierte en una cubierta protectora en forma de pequeño tonel de color castaño. En su interior se desarrolla una fase de profundas transformaciones en el cuerpo
del insecto, que culminarán con la consecución de la fase de adulto. Cuando éste emerge (entre 6-15 días) el pupario se abre transversalmente, a modo de casquete, por uno de los extremos.
Fuente: Instituto Nacional de Investigación y Tecnología Agraria y Alimentaria (INIA)

Adulto
© Daniel Feliciano

Huevos
© www.moscamed-guatemala.org.gt

Larva
© Daniel Feliciano

Pupa
© www.moscamed-guatemala.org.gt
Según Gómez-Clemente, en la zona Mediterránea puede tener el siguiente ciclo:
En invierno aparecen hembras adultas de primera generación que atacan a naranjas y clementinas, buscando las ramas más soleadas. Los frutos maduros son más susceptibles. Todos los cítricos están expuestos a su ataque, pero
el espesor y textura de la piel, así como la densidad de las glándulas de aceites esenciales juegan un papel fundamental en la inmunidad de éstos, como es el caso del limón.
Se pasean por encima de los frutos buscando un lugar apropiado. El color y el olor tienen un papel importante en la elección del lugar de la puesta (prefieren amarillo y naranja).
Depositan la puesta en grupos de 5 ó 10 huevos. El número total de huevos por hembra puede ser de 300 a 400. Las larvas se alimentan de la pulpa entrando hacia el interior del fruto. Los frutos podridos se caen al suelo y la
larva sale del interior pupando bajo tierra a una profundidad de 5-10 cm. En primavera aparece una segunda generación que pasa a los albaricoques. Al principio del verano hay una tercera generación sobre melocotones.
En agosto y septiembre una cuarta y quinta sobre melocotones, peras, higos, caquis, uvas, y empiezan a picar a naranjas y mandarinas aún verdes.
Más tarde hay una sexta generación sobre frutas tardías, como naranjas y mandarinas, y si la temperatura es suave puede haber alguna generación más.
La actividad queda reducida en invierno, pero cuando la temperatura sube por encima de 14 oC las moscas vuelven a estar activas.
Fuente: Universidad Politécnica de Valencia.
Daños
La picadura efectuada por la hembra (unos 10 huevos aproximadamente) en los frutos que inician su madurez, cuando se produce el cambio de color. La herida es una vía de entrada de microorganismos que inician la pudrición del
fruto. Además, las larvas excavan galerías en el interior del fruto, aumentando la descomposición y provocando la caída al suelo del mismo.
Cuando las larvas se alimentan de la pulpa favorecen los procesos de oxidación y maduración prematura de la fruta originando una pudrición del fruto que queda inservible para el mercado.
Cuando los frutos caen al suelo constituyen un gran inconveniente porque la mosca reinicia el ciclo de nuevo en este fruto, multiplicándose la población de la plaga muy rápidamente.
Otro de los reservorios más importantes de la mosca de la fruta son la fruta dulce y madura que queda en los árboles sin recoger tras las campañas por motivos económicos o comerciales.